Superación

Superación. Ese sentimiento que motiva los actos de muchos y al que otros renunciaron hace tiempo para dejarse atrapar en las redes de la impotencia y terminar siendo presas de su propia resignación. Esa meta que todos queremos alcanzar pero que permanece en el tiempo cambiando de forma o lugar, reinventándose, reformulándose...
A lo largo de la vida vemos en nuestro entorno muchos ejemplos de superación, el de una madre soltera que saca adelante a sus hijos, el de un joven aplicándose con esmero en sus estudios, un desempleado tratando de sacar adelante a su familia y a sí mismo, o el de un mileurista tratando de llegar a fin de mes... Cientos y miles de historias, con nombre propio, con rostro.
La superación puede respirarse por doquier, o al menos su propósito, el de conseguirla. Una persona cercana a mí es hoy todo un referente en la materia. Se forma de modo autodidacta, adentrándose hacia lo desconocido, poniéndose a prueba a sí mismo y, lo que es más importante, poniendo todo su esfuerzo e ilusión en aprender. Sí, aprender. Esa otra palabra que envuelve nuestro día a día, nuestra vida, y que sin duda es parte intrínseca de nosotros mismos, de nuestra propia naturaleza.
En definitiva, hay que saber elegir las relaciones, sentimentales o amistosas, porque con las familiares igual no tenemos tanta opción, porque cada persona puede ser una motivación o inspiración, puede proporcionarnos ese espíritu de superación que tanto necesitamos para hacer frente a la vida, y puede hacernos con ello mejores personas. Yo soy hoy mejor persona.

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